En encargo pedía transformar una casa estándar de Montevideo en un restaurante con parrilla. La vivienda contaba con tres ambientes (uno ciego) con piso de tablones de pinotea, techo de bovedillas y muros portantes de ladrillo; un baño y una cocina que había invadido el patio bajo la claraboya (cuyo movimiento ya estaba bloqueado por una chimenea). Sobre la cocina original un altillo con salida a la azotea.
La casa ya funcionaba como restaurante, aunque bastante más pequeño, y mantenía un sector de uso privado por el propietario.
Se tomaron tres decisiones importantes: unir los ambientes para que todos vieran la luz natural que entraba por las ventanas del frente; transformar todo el fondo de la vivienda en el back de servicios del restaurant (cocina, depósito y baños) comunicado con el frente del local a través de una amplia barra; y centralizar las instalaciones (abastecimiento, desagües, gas) en el pasillo del zaguán.
La parrilla y la barra se ubicaron al medio. De día la luz de la claraboya ilumina la barra. De noche, el fuego de la parrilla se ve desde la calle y es el centro del salón.